Considere una simple espinilla, las quemaduras solares o la picadura de un mosquito. Incidentes menores como estos, producen inflamación. También lo hacen los incidentes más importantes, como un tobillo torcido o roto.
Los expertos ahora creen que
la inflamación crónica en el cuerpo puede estar relacionada con diversas formas de cáncer y otras enfermedades muy graves, como la artritis reumatoide, la diabetes y las afecciones cardíacas.
Con los nuevos estudios aumenta continuamente nuestra comprensión del complejo proceso inflamatorio y cómo se relaciona con el cáncer de mama.
En 2010, varias piezas del rompecabezas se unieron cuando los investigadores de la Universidad Thomas Jefferson anunciaron que podían demostrar definitivamente que
la inflamación en los senos es clave para el desarrollo y la progresión del cáncer de mama. (Liu, et al. 2010)
Si bien la relación entre los niveles de inflamación y el cáncer de mama continúa siendo examinada de cerca,
existen medidas que usted puede tomar para reducir la inflamación crónica de forma natural, reducir el riesgo de recurrencia del cáncer y mejorar su salud general al mismo tiempo.
Pero primero echemos un vistazo más de cerca a lo que es la inflamación, sus causas y sus efectos en el cuerpo.
¿QUÉ ES LA INFLAMACIÓN?
La inflamación es la respuesta natural de su sistema inmune a una lesión, como un tirón muscular, o a gérmenes, alergenos, irritantes químicos y otras amenazas.
Su sistema inmunitario reacciona liberando glóbulos blancos y productos químicos en el torrente sanguíneo que se infiltran en sus tejidos,
causando los indicadores de inflamación con los que la mayoría de nosotros estamos familiarizados: enrojecimiento, calor, hinchazón y dolor.
Es un efecto dominó biológico: todos estos síntomas son creados por la actividad de las células inmunes que trabajan para descomponer los tejidos lesionados y muertos, para que los nuevos y sanos puedan reemplazarlos.
Esta es una respuesta normal y saludable:
nuestro cuerpo debe permanecer preparado para repeler una invasión o una lesión grave con respuestas proinflamatorias agresivas, como coágulos, fiebre o hinchazón.
Con demasiada frecuencia, sin embargo,
la inflamación se convierte en una enfermedad crónica, y, en este estado, nos volvemos más vulnerables a la aparición y recurrencia del cáncer de mama.
Veamos cómo. Cuando surge la inflamación, los productos químicos conocidos como citoquinas inflamatorias o quimioquinas (proteínas que sirven como mensajeros entre las células) se liberan en la sangre y los tejidos.
Estos tipos de citoquinas o citocinas se crean principalmente por las células inmunes que intervienen en el proceso de reforzar una respuesta inflamatoria, como una forma de lidiar con algún tipo de amenaza para la salud del cuerpo.
Al transmitir mensajes entre las células,
las citoquinas ayudan a modular la respuesta del sistema inmune a cualquier amenaza inminente.
Sin embargo,
demasiadas citoquinas inflamatorias dañan nuestras células normales, y ahí está el problema.
INFLAMACIÓN Y CÁNCER: UNA RELACIÓN NEFASTA
Sabemos desde hace bastante tiempo que
la inflamación y el cáncer comparten algún tipo de relación funcional.
De hecho, en 1863, un patólogo alemán llamado Rudolph Virchow fue el primero en plantear la hipótesis de que el origen del cáncer aparecía en los sitios donde había inflamación crónica.
Ahora parece que la ciencia moderna ha entendido las observaciones del siglo XIX. No fue fácil.
Se necesitaron 12 años y la creación de un ratón transgénico altamente sofisticado para que los investigadores finalmente demostraran que la inflamación en la mama es fundamental para el crecimiento y la progresión del cáncer (Liu, et al., 2010):
Las respuestas inflamatorias desempeñan papeles decisivos en las diferentes etapas del desarrollo tumoral, incluidas la iniciación, el crecimiento, la conversión maligna, la invasión y la metástasis.»
Los investigadores en este estudio inactivaron específicamente la vía inflamatoria NF-kB (factor nuclear potenciador de las cadenas ligeras kappa de las células B activadas) para evaluar su efecto sobre el cáncer de mama; una tarea no fácil, ya que esta vía está implicada en varias funciones que realmente ayudaban a mantener vivos a los ratones.
Tuvieron que encontrar una forma de desactivar la inflamación en los senos solamente. E, ingeniosamente, lo lograron, allanando el camino para su descubrimiento.
Un estudio notable en 2009 también confirmó un vínculo entre la inflamación crónica y la recurrencia del cáncer de mama (Pierce, et al. 2009).
En este estudio, los científicos del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de la Universidad de Washington señalaron que las mujeres con altos niveles de dos marcadores de inflamación, proteína C reactiva y amiloide A sérico, tenían entre dos y tres veces más probabilidades de morir prematuramente o tener una recidiva del cáncer que las mujeres con un nivel más bajo.
Aunque muchas sustancias inflamatorias han demostrado tener una relación con el cáncer, tres de los compuestos más ampliamente investigados hasta la fecha se conocen como COX, LOX y NF-kB.
Si bien los detalles sobre cada sustancia química no son esenciales para esta discusión, sí es fundamental entender la necesidad de mantener un equilibrio entre las fuerzas «proinflamatorias» y «antiinflamatorias» que actúan en nuestro cuerpo.
LA INFLAMACIÓN PERMITE LA ANGIOGÉNESIS
Otra característica importante de la inflamación crónica es su relación con la angiogénesis: el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos.
Mientras que las enzimas COX y LOX promueven la inflamación, las sustancias químicas similares a las hormonas de estas enzimas juegan un papel importante en la creación de nuevos vasos sanguíneos.
Si bien este es un proceso natural y normal, también
es un proceso que es aprovechado por tumores, incluso demasiado pequeños para ser detectados, y crear de este modo un suministro de sangre que alimente sus crecientes necesidades.
Del mismo modo, estos nuevos vasos sanguíneos transportan nutrientes y oxígeno al tejido inflamado por medio de células inflamatorias. Este proceso es una receta para la inflamación crónica, y cada uno de estos procesos favorece el otro.
Por otro lado, la investigación sugiere que
los compuestos que bloquean la inflamación también inhiben la angiogénesis, por lo que al inhibir uno estaremos afectando a ambos. (Jackson, et al. 1997)
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA INFLAMACIÓN
Varios factores del estilo de vida juegan un papel en la contribución a la inflamación crónica.
Dieta
Es uno de sus moduladores más importantes, con alimentos que tienen propiedades «proinflamatorias» o «antiinflamatorias».
No es sorprendente que los alimentos envasados, procesados con un alto contenido de azúcar, así como de grasas trans, se encuentren entre los alimentos proinflamatorios más potentes.
Y
el tipo de grasa que usted come puede ser el principal causante de su nivel de inflamación sistémica.
Estrés oxidativo
Su cuerpo interactúa constantemente con el oxígeno mientras respira y sus células producen energía. Los radicales libres son moléculas inestables y altamente reactivas que pierden un electrón como resultado de esta actividad.
Como los electrones vienen en pares, cuando las moléculas pierden un electrón, «roban» electrones de otras moléculas. Estas moléculas luego «roban» electrones de otras moléculas, comenzando una peligrosa reacción en cadena llamada “daño por radicales libres”.
En grandes cantidades, los radicales libres dañan las células indiscriminadamente.
Si su cuerpo no puede detener la reacción en cadena de los radicales libres, proseguirá el estrés oxidativo, causando daños a las células, las membranas celulares, los tejidos y los órganos.
En un intento de reparar dichos daños, el cuerpo exige una respuesta inmune que a su vez, inicia la inflamación.
La inflamación crónica también puede conducir a la generación de radicales libres.
Por lo tanto,
una forma de controlar la inflamación y el estrés oxidativo es consumir una dieta rica en antioxidantes: el truco radica en consumir 8-12 porciones de fruta y/o vegetales al día.
Peso y azúcar en la sangre
Mantener su peso controlado es crucial para prevenir la inflamación,
así como las dolencias asociadas a ella y la obesidad, como las enfermedades cardíacas y la diabetes.
Las investigaciones indican que la grasa visceral (la grasa localizada en las profundidades de la cavidad abdominal) es más activa metabólicamente que otros tipos de grasa y segrega grandes cantidades de citoquinas inflamatorias. ¿Las buenas noticias?
Mantener un peso saludable reduce enormemente –y, en algunos casos, incluso elimina- la inflamación.
Sea consciente de que
la hormona insulina, en sí misma, es un agente inflamatorio.
Por lo tanto,
cuanto más bajos pueda mantener sus niveles de glucosa e insulina en ayunas, menos tendrá que preocuparse por ellos como fuente de inflamación no deseada.
Estrés y privación del sueño
Además de la dieta, ciertos hábitos en el estilo de vida pueden contribuir a la inflamación. Según el Dr. Isaac Eliaz, que practica la medicina integrativa en Sebastapol, California,
tanto el estrés como la falta de sueño pueden provocar inflamación a través de la elevación de la hormona cortisol. (Eliaz. 2009)
El estrés crónico, explica el Dr. Eliaz, conduce a la sobreproducción de cortisol, la hormona del estrés más abundante del cuerpo.
Este aumento interrumpe la función hormonal normal, eleva los niveles de azúcar en la sangre y contribuye a la cascada inflamatoria.
Ejercicio excesivo
Todo el mundo se siente mejor practicando ejercicio con regularidad. Puede mejorar su condición física y su bienestar general, y también puede fortalecer el sistema inmunológico.
Es tentador impacientarse e ignorar las protestas de nuestros cuerpos cuando intentamos alcanzar un objetivo físico.¡Pero tenga cuidado!
Cuando se combina con un descanso inadecuado y otras tensiones,
el ejercicio excesivo, a veces llamado síndrome de sobreentrenamiento, puede provocar una alteración del sistema inmunitario y la inflamación (Mackinnon, 2000).
Una teoría detrás de lo que causa esta reacción en cadena es que sus músculos y tejidos sobrecargados desencadenan la liberación de citoquinas proinflamatorias, esas proteínas que actúan como mensajeros entre las células.
Cuando se permite un descanso suficiente, las citoquinas proinflamatorias pueden facilitar el proceso de curación.
Es por eso que a menudo nos sentimos mejor descansando después de un largo paseo en bicicleta. Y por qué
es mejor alternar periodos de ejercicio con períodos de recuperación y descanso reparador.
En el siguiente artículo veremos los pasos específicos que puede seguir para evaluar y disminuir sus niveles de inflamación.
AUTOR: Helayne Waldman. Helayne recibió su doctorado en la Universidad de San Francisco y enseña nutrición en Hawthorn University. Es coautora de la Guía de alimentos integrales para sobrevivientes de cáncer de mama. FUENTE: GreenMedInfo, 11 de marzo de 2013.