Científicos de la Universidad de Bonn, en colaboración con la Universidad de Massachusetts, han descubierto que
una dieta poco saludable podría sobreactivar el sistema inmunitario.
Al parecer,
ante una ingesta elevada de grasas y azúcar, las células inmunitarias reaccionarían como si de una infección bacteriana se tratara.
El efecto perduraría incluso después de modificar los hábitos alimentarios.
La revista Cell publica el trabajo.
Los primeros experimentos se realizaron con ratones. Durante cuatro semanas, la dieta de los roedores fue rica en lípidos e hidratos de carbono, pero con un bajo contenido en fibra, es decir, parecida a la de numerosos países occidentales.
Tras la ingesta, los animales experimentaron una clara reacción inflamatoria.
Además,
este tipo de alimentación incrementó el número de células del sistema inmunitario en sangre, sobre todo de monocitos y granulocitos.
Según los resultados, el origen de esta proliferación anómala sería la médula ósea. Así pues, los científicos aislaron células del tuétano del hueso y analizaron su genoma.
Los datos sugieren que
la dieta occidental reprograma la expresión de algunos genes, concretamente aquellos relacionados con la multiplicación celular.
Aunque la inflamación disminuyó después de proporcionar a los ratones una dieta más sana y equilibrada, los cambios observados a nivel genético persistieron. Al parecer,
una alimentación poco saludable provocaría modificaciones epigenéticas, alteraciones en el empaquetamiento del ADN, que afectarían a la expresión de la información genética de las células.
En su trabajo,
los científicos también destacan la capacidad de esta dieta rica en grasas y azúcares para activar la memoria del sistema inmunitario.
Es un hecho conocido que después de una infección, las células inmunitarias pueden recordar algunos patógenos. Así pues, ante una nueva invasión, su respuesta es más rápida y eficaz.
Sin embargo, las muestras de los roedores indican que en este caso es la dieta occidental, y no un microorganismo, quien mantiene las defensas del organismo en constante alerta, es decir, sobreactivadas. Este resultado también se observó en células humanas.
Estos hallazgos sugieren que
una alimentación inadecuada puede entrañar graves consecuencias para la salud, ya que una respuesta inmunitaria exacerbada puede acelerar el desarrollo de diabetes de tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, como infartos de miocardio o ictus.
Será necesario, pues, seguir con la investigación a fin de mejorar nuestra comprensión sobre los efectos moleculares que produce el tipo de dieta consumida por la población.
AUTORA: Marta Pulido Salgado REFERENCIA: «Western diet triggers NLRP3-dependent innate immune reprogramming», de A. Christ en Cell, 172 (1-2), 162–175, 11 de enero de 2018.