La falta de sueño se relaciona desde hace tiempo con la enfermedad de Alzheimer, pero aún no se comprende del todo cómo las interrupciones del sueño impulsan esta patología.
Un nuevo trabajo, que ha estudiado a modelos experimentales murinos y a personas, apunta que la falta de sueño aumenta los niveles de la proteína tau, clave de la enfermedad de Alzheimer. Y, en estudios de seguimiento en ratones, se ha visto que el insomnio acelera la propagación de grupos tóxicos de tau a través del cerebro, un presagio de daño y una progresión clara hacia la demencia.
Estos hallazgos, en la revista Science, sugieren que los buenos hábitos de sueño pueden ayudar a preservar la salud cerebral.
“Lo interesante de este estudio es que sugiere que factores como el sueño podrían alterar la velocidad de propagación de la enfermedad a través del cerebro”, dice el autor principal del trabajo, David Holtzman, jefe del Departamento de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis.
“Sabemos que los problemas del sueño y el Alzheimer se asocian en parte a través de una proteína diferente, la amiloide beta, pero este estudio muestra que la interrupción del sueño hace que la proteína tau tóxica aumente rápidamente y se propague con el tiempo”.
En estudios recientes de este grupo
se ha observado que la tau es alta en las personas mayores que duermen mal.
No obstante, no estaba claro si la falta de sueño estaba forzando directamente la elevación de los niveles de tau, o si los dos estaban asociados de alguna otra manera. Para averiguarlo, Holtzman y sus colegas midieron los niveles de tau en ratones, así como en personas con sueño normal y alterado.
Los investigadores descubrieron que
los niveles de tau cerebral eran unos dos veces más altos en la noche, cuando los animales estaban más despiertos y activos, que durante el día, cuando los ratones dormitaban con más frecuencia.
Perturbar el descanso de los ratones durante el día hizo que los niveles de tau diurnos se duplicaran.
Se observó el mismo efecto en las personas.
Brendan Lucey, profesor asistente de Neurología, obtuvo líquido cefalorraquídeo de ocho personas después de una noche normal de sueño y nuevamente después de que estuvieron despiertos toda la noche. Según descubrieron los investigadores,
una noche de insomnio hizo que los niveles de tau aumentaran en un 50 por ciento.
Para descartar la posibilidad de que el estrés o los cambios de comportamiento explicaran los cambios en los niveles de tau, Fritschi diseñó ratones modificados genéticamente que podrían mantenerse despiertos durante horas al inyectarles un compuesto inocuo. Cuando el compuesto desaparece, los ratones volvían a su ciclo normal de sueño-vigilia, sin signos de estrés ni deseo aparente de dormir extra. Así determinaron que
mantenerse despierto durante períodos prolongados causa que los niveles de tau aumenten.
En las personas con enfermedad de Alzheimer, la acumulación de tau tiende a emerger en partes del cerebro importantes para la memoria (el hipocampo y la corteza entorrinal) y luego se disemina a otras regiones.
“Dormir bien cada noche es algo que todos debemos tratar de hacer”,
concluye Holtzman.
“Nuestros cerebros necesitan tiempo para recuperarse del estrés del día. Todavía no sabemos si dormir lo suficiente a medida que las personas envejecen protegerá contra la enfermedad de Alzheimer. Hay datos que sugieren que incluso puede ayudar a retrasar y ralentizar el proceso de la enfermedad si ha comenzado “.
Los investigadores también encontraron que
el sueño interrumpido aumenta la liberación de la proteína sinucleína, un rasgo distintivo de la enfermedad de Parkinson.
FUENTE: diariomedico.com – 24 de enero de 2019.