¿QUÉ ES LA VIOLENCIA SIMBÓLICA?
Violencia simbólica es un concepto del sociólogo francés Pierre Bourdieu que en ciencias sociales se utiliza para describir una relación social donde el “dominador” ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los “dominados”.
Los “dominados” no perciben la dominación pues no son conscientes de las prácticas en su contra, por lo cual son “cómplices de la dominación a la que están sometidos”:
Es decir,
violencia simbólica es lograr que los corderos vayan contentos al matadero.
En el caso de la pandemia por #SARS-CoV-2
es aceptar y cooperar con las medidas tomadas en España, incluyendo el arresto domiciliario estricto de la infancia-adolescencia y el bloqueo de la economía, con el efecto de producir 490 muertes por millón por #covid19, en lugar de optar por medidas civilizadas y solidarias,
en donde no se han cerrados ni guarderías ni escuelas, se mantiene la economía, y la mortalidad es de 3 casos por millón.
https://www.worldometers.info/coronavirus/
¿CÓMO HEMOS PODIDO NORMALIZAR EN ESPAÑA EL «ESTADO DE ALARMA» POR LA PANDEMIA, SI BÁSICAMENTE DAÑA SIN BENEFICIAR?
El Gobierno de España y sus expertos y generales han logrado crear una violencia simbólica por la que la población española ha aceptado el Estado de Alarma por la Pandemia con todas sus consecuencias.
El nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que provoca, COVID-19,
han dado pie a una serie de medidas gubernamentales (sin fundamento científico, ni ético, ni de justicia, ni de solidaridad) que van asociadas a una mortalidad desproporcionada y a la destrucción del tejido social y económico que tendrá impacto en las actuales generaciones y en las venideras.
Tal rigor “mortis” no se ha dado en países que han implantado medidas civilizadas y eficaces, como Alemania, Austria, Corea del Sur, Grecia, Hong Kong, Japón, Kerala (India), Nueva Zelanda, Portugal, Singapur, Suecia, Taiwán y Vietnam, por ejemplo.
El exceso de mortalidad en España se asocia a las medidas del Estado de Alerta de la Pandemia
y al estudiar la situación en Europa
se puede demostrar que la mortalidad ha sido y está siendo la de siempre, sin exceso, en Alemania, Austria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Grecia, Irlanda y Noruega.
ENLACES:
https://www.euromomo.eu/graphs-and-maps/
https://www.huffingtonpost.es/entry/alemania-coronavirus-cuarentena_es_5ea13683c5b69150246d8800
http://english.moef.go.kr/pc/selectTbPressCenterDtl.do?boardCd=N0001&seq=4868
https://www.vox.com/2020/4/17/21213787/coronavirus-asia-waves-hong-kong-singapore-taiwan
https://www.ipsnews.net/2020/04/kerala-covid-19-response-model-emulation/
https://www.elmundo.es/internacional/2020/04/20/5e9d605221efa066298b4616.html
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2020/04/21/5e9ef0befdddffeb1e8b4570.html
https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2020-04-22/misterio-grecia-coronavirus_2558703/
En España caminamos mansamente hacia el matadero, donde ya han muerto casi 23.000 personas, la amplia mayoría ancianos recluidos en asilos.
Tal violencia simbólica se crea generando narrativas y marcos (“frame”) muy emocionales que se convierten en el discurso único y razonable.
CUATRO EJEMPLOS DE TALES NARRATIVAS
1. “No es el momento de criticar, ya habrá tiempo de hacerlo cuando todo pase”
Esta narrativa se sostiene en un marco de solidaridad, de sostener el bien común, de “todos a una”, en el que se exige la aceptación acrítica de cualquier medida, por disparatada que sea.
No es que se promueva la cooperación en la búsqueda constante de lo mejor, sin cargar las tintas en los errores previos, sino que se promueve el acatamiento servil de sumisos súbditos, negando el papel de ciudadanos y co-partícipes en un proceso complejo e incierto.
En España se persiste en las mismas medidas sin analizar errores ni cambiar decisiones.
Además,
el Gobierno de España y sus expertos y sus generales crean esta narrativa que les permitirá en el futuro “negar todo” cuando todo se acabe.
Es una narrativa explícita de “no es el momento de criticar” e implícita de “nunca se podrá criticar, por haber callado cuando la crítica hubiera tenido impacto”.
Esta narrativa se ha sostenido por todo un elenco de salubristas, epidemiólogos, economistas de la salud y médicos que han callado y callan por sus intereses variados en las políticas gubernamentales.
En su casi totalidad,
los médicos han aceptado la narrativa de “ahora no criticar” como una respuesta biomédica a un problema de salud y conviene destacar que algunos distinguidos médicos críticos resuenan por su silencio y distraimiento hasta alcanzar “niveles verdaderamente patéticos”:
2. “La mejor y única respuesta posible es la de España, un ejemplo para el mundo. Una respuesta basada en la Policía y el Ejército”
La respuesta española se ha basado en un hábito autoritario que se remonta a la Edad Media, el de los sumisos súbditos, y ha contado con amenazas verbales y físicas, como el despliegue de unidades del Ejército.
Así se asegura el arresto domiciliario de millones de personas convertidas por el Estado de Alarma de la Pandemia en presuntos delincuentes.
En otros países se ha evitado justo esa coacción, y se procede con hábitos democráticos de cooperación, como por ejemplo en Portugal y en Suecia.
Aceptar y naturalizar la suspensión de derechos fundamentales en nombre de la emergencia y aceptar y naturalizar la ocupación del espacio público por la Policía [y el Ejército] no es un buen síntoma”, ni de salud democrática ni de salud pública:
La narrativa de
la necesidad de la Policía y el Ejército se sostiene con el marco del desprecio y minusvaloración de la población española a la que se considera ingobernable e insumisa, sólo obediente mediante el miedo a la autoridad, las multas y las penas.
Conviene por ello
infundir temor mediante la presencia constante de generales y mandos policiales, tan uniformados como el propio rey,
en su visita a la base de Retamares (Pozuelo de Alarcón, Madrid) con el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Miguel Villarroya, y otros mandos militares en la sede del Mando de Operaciones (MOPS) para conocer la labor del Ejército en las tareas para enfrentar la emergencia sanitaria.
Las medidas para disminuir el impacto de la pandemia se incluyen dentro de una estrategia de guerra, y puesto que al virus no lo pueden detener los policías, ni matar las balas ni los tanques, quedan dudas de cuál es el objetivo último de tal “guerra”.
El colmo del marco lo dan las ruedas de prensa sobre el curso de la pandemia en que es “normal” el léxico guerrero y la presencia estelar de los uniformados.
A veces no se sabe si estamos en un Estado de Alarma de la Pandemia o en un Golpe de Estado en España, pero todo parece ser necesario “en la guerra contra la pandemia”.
3. “Traidores y desafectos”
La narrativa se carga de emotividad, y
las críticas son inaceptables e intolerables, y quienes las hacen son traidores, que dañan el bien común. Por ello está justificado el ignorarlos y, llegado el caso, censurarlos y hacer caer “el peso de la Ley” sobre quienes difunden “críticas, bulos y fake-news”.
Basta ver las declaraciones del general jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, en rueda de prensa de la pandemia, explicando lo que había ordenado a sus agentes, el identificar bulos que puedan provocar “desafección a instituciones del Gobierno”.
Ante las críticas, por supuesto, hubo una ovación cerrada al día siguiente en la nueva rueda de prensa del Comité de Gestión Técnica (en que no se permitió ninguna pregunta de los periodistas al criticado) y dicho general hizo unas declaraciones logrando nombrar a ETA (“En mis 40 años de profesión, de servicio, en la lucha contra ETA, en la academia, en misiones en el extranjero, en Colombia, en Libia, y ahora en la lucha contra la pandemia, he aprendido que lo primero son las personas”).
No es una guerra cualquiera, pues, sino una guerra contra el terrorismo, y por supuesto, contra los terroristas (¿los virus o “los desafectos al Estado de Alarma de la Pandemia”?)
ENLACES:
https://www.youtube.com/watch?v=amtzXN2IF9U
https://www.youtube.com/watch?v=A8FR0BEMt9U
https://www.youtube.com/watch?v=amtzXN2IF9Uhttps://www.youtube.com/watch?v=A8FR0BEMt9Uhttps://www.publico.es/politica/guardia-civil-pide-agentes-identificar-bulos-puedan-provocar-desafeccion-instituciones-del-gobierno.html?fbclid=IwAR1snM0Bw6eIDDBU1BQ16_pDSiueMZFLGxNGpYBDmvW6U-qE0MiDRr_DwwM
Hay que recordar que el fascismo franquista ordenó dividir a la población española entre “afectos, desafectos y dudosos”:
4. “La infancia y la juventud como agentes contagiantes, y la ancianidad como fragilidad que justifica su arresto domiciliario indefinidamente”
Cualquier narrativa es buena para justificar lo injustificable, el inhumano encierro sin alivio alguno.
Se han arbitrado normas para que los perros salgan (con sus dueños),
pero el rigor extremo se ha cebado en infancia, adolescencia y ancianidad.
Se justifica con razones absurdas, muy emotivas, que obligan moralmente a no romper el confinamiento. En su extremo,
estas medidas se alientan despertando y excitando al policía que todos llevamos dentro, y así se convierten espontáneamente los vecinos en “guardianes del encierro”.
El Gobierno de España y sus expertos y sus generales
han logrado transformar a ciudadanos sanos en seres enfermizos que controlan desde sus balcones y ventanas el movimiento de vecinos y viandantes.
Sus voces y gritos (y denuncias) contribuyen a la “vigilancia total”, que se suma al control de geolocalización por los teléfonos móviles.
Nunca hubiera soñado algo así el Ministerio para la Seguridad del Estado, la Stasi, el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana (comunista).
El marco se carga de emoción al convertir a la infancia y adolescencia en “agentes infectantes”, capaces de transmitir el virus a toda la población y especialmente a la ancianidad, a sus abuelos y otros familiares de edad. Por supuesto,
todo ello sin ningún respaldo científico.
Tampoco lo tiene
el que nadie pueda salir a dar un paseo, ni a hacer ejercicio físico, que se promociona en otros países donde incluso no se han cerrado ni guarderías ni escuelas, como Suecia y Taiwán.
SÍNTESIS
El fracaso del Estado de Alarma por la Pandemia hace prever un posterior Estado de Insumisión que ponga en cuarentena a los políticos que lo han mantenido a costa de miles de muertos y del destrozo de la sociedad y de la economía.
La violencia simbólica puede estar sembrando una exigente reacción.
Es lógico que dichos políticos preparen un tiempo post-pandemia en que se les perdonen todos los errores, “dada la incertidumbre del momento”, como si los errores hubieran sido puntuales. En realidad,
los errores han sido persistentes y nunca analizados ni rectificados, sin aprendizaje alguno, y con total opacidad sobre los análisis que se tuvieron en cuenta y sobre el proceso de toma de decisiones.
Es dolorosa la comparación con las políticas transparentes y cambiantes de, por ejemplo, Suecia y Vietnam:
No habrá narrativas ni marcos que impidan la exigencia del rendimiento de cuentas, lo mínimo en una democracia.
AUTOR: Juan Gervás, médico jubilado. FUENTE: actasanitaria.com. 25 de abril de 2020.